Desde que somos dados a luz comenzamos un camino en el que las pérdidas, ya sean personales o no, nos van acompañando. En ese camino que es la vida, vamos aprendiendo a tomar aquello que ésta nos ofrece, pero la mayoría de las veces no hemos aprendido a despedirnos de aquello que perdemos, quedando desatendido el dolor asociado.
El ser humano ha encontrado distintas formas de acoger ese dolor y darle su espacio a través del arte; siempre ha sido así. De hecho, la escritura siempre es terapéutica para quien escribe, sin importar el formato; y es que el arte de escribir, como cualquier otro arte, es una expresión del alma. No expresarnos sería como no existir plenamente.
Por otro lado, expresar tiene muchos otros beneficios: en ocasiones, cuando expresamos el dolor físico, éste disminuye y a veces desaparece. Hasta ese punto es sanador expresar lo que sentimos, sin embargo, hay veces en las que nos resulta imposible verbalizar nuestros sentimientos, por eso es bueno saber que la palabra escrita nos puede ayudar a aligerar la carga emocional.
Y ¿por qué es sanador utilizar la palabra escrita? Porque al utilizar la palabra escrita, podemos asignarle un significado a lo que nos ha ocurrido, sea una pérdida personal o material, así como darle un sentido, y eso nos lleva al descanso y al bienestar mental. Escribir nos obliga a ordenar nuestros pensamientos de forma coherente, lo que supone darle sentido a aquello sobre lo que escribimos.
Si quieres practicar la escritura como terapia, no hace falta que sepas escribir, tan solo que seas honesto contigo mismo y puedas disponer de un espacio para escribir en intimidad.
Existe una salida para las personas que encuentran dificultad para verbalizar lo que sienten, y esa salida es escribir.
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